viernes, 8 de octubre de 2010

Cuanto menos más


Hola a todos, esta vez no he tardado demasiado en volver, he esperado al fin de semana que tengo más tiempo de asuelto.

Esta vez quería hacer una reflexión sobre los valores masculinos y femeninos y algunas cosas inexplicables del comportamiento general (sobre todo el de las mujeres que es el que vivo yo, aunque también hay algunas cosas que no entiendo de vosotros).

No os preocupeis, no voy a empezar a decir que las mujeres son mejores ni nada de eso, ni que los hombres estén pensando siempre en lo mismo, porque se que no es cierto (y porque no quiero espantar al sector masculino de fieles admiradores del blog, que se que haberlos haylos).

Quería empezar por precisar que los valores masculinos no son los mismos que los femeninos, y eso hay que tenerlo en cuenta a la hora de intentar comprender al otro sexo, y que los valores de unos y de otros no son ni mejores ni peores, sino necesariamente complementarios.

Ahora intentaré hacer un retrato de características importantes que diferencian a unos y a otras:

Mujer

- Constitución física delicada (aunque no siempre).
- Energía dispersa.
- Sentido de los matices (esto se ve cuando intentas explicarle a un hombre la diferencia entre el color turquesa y el esmeralda).
- Movimientos gráciles y suaves.
- Humor variable.
- Gran impresionabilidad (no nos traumaticeis).
- Influencia envolvente (también podemos decir que somos un poco manipuladoras, es solo una manera elegante de decirlo).
- Actividades interdependientes.
- Fuerza intuitiva (la mítica intuición femenina).
- Interés por los detalles y lo actual (de ahí que nosotras a veces valoremos más los detalles que otras cosas que a vuestro parecer son mucho más importantes).
- Adaptabilidad constante.
- Papel de madre y guardiana de valores.

Hombres

- Constitución física robusta (no siempre).
- Energía concentrada.
- Sensaciones fuertes.
- Gestos bruscos y descuidados (brutos, que sois unos brutos).
- Emociones profundas y estables.
- Pasiones intensas.
- Agresividad y afán de mando (esto tiene una parte positiva y otra negativa).
- Actividades disociadas.
- Predominio del raciocinio (¿Sabeis eso de seguir a la razón y no al corazón?).
- Interés por lo global y a largo plazo (de ahi que no aprecieis las pequeñas cosas).
- Tenacidad en las resoluciones.
- Papel de padre y arquitecto del mundo.

Visto lo visto yo añadiría que son características de la mujer algunas virtudes como la paciencia y la demostración del amor mediante el sacrificio (seguro que tu madre es un buen ejemplo de ello), mientras que los hombres suelen ser más competitivos y en general más ambiciosos (lo que es esencial para perpetuar la especie humana y avanzar en la ciencia).

Dice Ana Sastre que "Lo esencial de la mujer se siente más que se ve". Supongo que yo siempre aprovecho para hacer propaganda de la mujer por eso de que soy mujer.

Creo yo que si que es cierto que la mujer es enrevesada y complicada, mientras que el hombre no se suele complicar tanto la vida, harta estoy de oir las diversas teorías de mis amigas de porqué su chico no ha hecho esto o porqué ha hecho lo otro, yn me imagino que seguramente él ni se habrá dado cuenta de lo que ha hecho y lo que no ha hecho. Hay una cosa curiosa en la mujer que yo realmente no entiendo; basta que un hombre pase de hablarte y mostrar interés en ti, a "pasar de ti" para despertar alguna especie de gremlin que llevamos dentro y que hace que de repente ese chico sea atractivo para ti, eso nunca lo entenderé.

Así sois vosotros

El hombre es más cerebral. Su pensamiento discierne de forma lineal planteándose unas premisas y llegando a sus conclusiones. No sabe mover un dedo sin saber porqué (sin embargo a nosotras hay que pararnos porque la mitad de las cosas las hacemos sin saber porqué). Le interesan los datos escuetos con el menor número de adornos (por eso no le importa lo que le estás contando; al menos no los detalles como la ropa que llevabas o la hora que era). Se siente atraído por las ideas. Son su motor. No obstante, como se maneja muy bien en ese mundo de las abstracciones, puede confundir a veces ideas y realidad.

Así somos nosotras

La mujer es eminentemente intuitiva. Ve las cosas y las personas desde el interior. Piensa con el corazón, eso la lleva a comprender a los demás sabiendo captar los sentimientos y deseos. Sabe buscar a las personas que hay detrás de cada hecho (esto es lo que decía yo antes de la comprensión). Pregunta antes quién se ha caído, que qué se ha hecho. Su viva imaginación le permite reconstruir escenas y situaciones ante los acontecimientos con gran penetración y golpe de vista. Esa imaginación la lleva a valorar los hechos según la resonancia interior que le producen y a proyectarse en ellos (esto tiene que ver con el tema de la empatía y ponerse en el lugar del otro). La herida del golpe del niño le duele a ella.



Y para concluir debo decir que me gusta mucho una conclusión de Thibon que dice que "el afecto de la mujer se universaliza en contacto con el ideal del marido, y también el amor del hombre gana en delicadeza concreta en contacto con la ternura femenina. La vida en común hace a cada uno de los cónyuges el mayor servicio que puede recibir un ser limitado y unilateral: ser salvado de sí mismo", y al fin y al cabo creo que es lo que buscamos todos, a alguien que nos salve de nosotros mismos.

Siento mucho el tochazo de entrada.
¡Pasad muy buen puente!

PD: Se pueden dejar comentarios, no está prohibido.

3 comentarios:

  1. En realidad somos iguales y diferentes simultáneamente y en lo mismo. Somos iguales por ser personas; por participar de la misma naturaleza; ambos tenemos cuerpo y espíritu. Y a la vez somos diferentes en cuanto al cuerpo, a la psicología y al modo de ver las cosas.
    Esa pequeña diferencia nos hace complementarios; allí donde juegan masculinidad y feminidad mana fecundidad, no sólo en el aspecto biológico, también en el cultural, en el artístico, en el político y en el social. Sin embargo, se trata de plantear nuevas hipótesis porque la complementariedad se ha entendido mal. Durante siglos, y aún hoy en día la imagen intelectual de la complementariedad es la del andrógino platónico: un ser dividido en dos mitades, y que se completan en uno aportando cada cual la mitad. (El andrógino sigue actuando en el imaginario).

    Sin embargo, el caso del ser humano no es el del andrógino: la unidualidad humana está compuesta por dos seres humanos que se hacen uno. No es que originariamente uno se parta en dos, sino al revés, dos que se hacen uno. Pero no deja de haber complementariedad, biológica, psicológica y ontológica.
    En concreto dividir las cualidades y las virtudes entre masculinas o femeninas es ilusorio. Las cualidades, en gran medida, dependen de las individualidades, no del sexo. Respecto a las virtudes éstas son humanas y, por tanto, el varón y la mujer pueden vivirlas todas. Lo que sucede es que el varón o la mujer, ordinariamente tienen más inclinación para unas determinadas cualidades o virtudes. Así en términos generales los varones suelen tener mayor capacidad de proyectos a largo plazo, cierta tendencia a la racionalización, la exactitud y el dominio técnico sobre las cosas, etc...; y hay otras cualidades que las aporta generalmente la feminidad. Entre otras, es más espontáneo en la mujer una mayor facilidad para conocer a las personas, la delicadeza en el trato, la capacidad de estar en el concreto, la intuición, la tenacidad. Pues bien, cada cual, sea varón o mujer, puede vivir todas las virtudes, y para ello cada uno ha de aprender -no imitar- del otro sexo. Esto se hace de un modo natural en la familia. En este sentido, afirma Yung que los sexos no sólo son complementarios entre ellos, sino en el interior de cada uno. Hablaba del ANIMA de los varones (La Gioconda de Ortega y Gasset). Y no le quedó más remedio que admitir también un ANIMUS en el alma femenina. Por otra parte, teniendo capacidad para ejercitar todas las virtudes, sin embargo, éstas cristalizan de un modo distinto en el varón y en la mujer. Varón y mujer tienen un modo peculiar de hacer y vivir lo mismo.
    Esas relaciones se manifiestan de un modo gráfico en la generación de un nuevo ser. El varón al darse sale de sí mismo. Saliendo de él se entrega a la mujer y se queda en ella. La mujer se abre y se da pero sin salir de ella. Es apertura pero acogiendo en ella. Su modo de darse es distinto al del varón y a la vez complementario, pues acoge al varón y a su amor. Sin la mujer el varón no tendría donde ir. Sin el varón la mujer no tendría a quien acoger. La mujer acoge el fruto de la aportación de los dos y lo guarda hasta que germine y se desarrolle. Durante este proceso el varón está al margen.
    Posteriormente la mujer es apertura para dar a luz un ser que tendrá vida propia. A través de la mujer y con ella el varón está también en el hijo. El varón está en la mujer y está en el hijo, pero como fuera de él. La mujer, sin embargo, es sede, casa. El varón está en la mujer. El hijo, cuando ya está fuera de su madre, en cierto modo, sigue estando en ella. También la mujer está en el hijo, pero fundamentalmente ellos están en ella.

    Pues bien, este modo de darse diferente y complementario se da en todas los campos y en todas las relaciones humanas heterosexuadas, y apoyándose en la dimensión constitutiva de apertura que la persona tiene podría dar lugar a dos modos de ser persona: la persona femenina y la persona masculina.

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  2. Ana María Martínez Artés9 de octubre de 2010, 16:21

    Muchas gracias!

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